Qué rico fue follarme a la esposa del vecino
La esposa del vecino casi nunca estaba en su casa a la hora en la que yo estaba en la mía, así que era difícil que me la cruzara por el barrio. Por eso durante las vacaciones, cuando empezamos a vernos más seguido, empezamos a hablar y yo, casi inconscientemente, comencé a coquetearla. Evidentemente logré muy buenos resultados, ya que a la semana ya estaba follándomela. Ni mi esposa estaba en mi casa ni su marido en la suya, así que nos cansamos de follar en todos los rincones, pero lo que más disfruté fue follármela en la cocina de su casa. Que me chupara la polla en el sitio en el que cenaría por la noche y tirármela sobre la mesa en la que su esposo comería, me provocó un morbo indescriptible.