Es hora de pagar en carne el pasaje del paseo en barco
La morena tenía tantas ganas de dar un paseo en el barco que poco le importó que el negro quisiera follársela a bordo. Era obvio que iba a querer tirársela y que ese era el único motivo por el que la había invitado. Para ella, no era la primera vez que tendría que pagar un favor en carne así que aceptó las reglas del juego. Así fue como pasó un domingo a pleno, bronceándose bajo los rayos del sol en la cubierta del barco hasta que el negro se acercó y la besó. Ese morreo fue la señal de que la hora de pagar el pasaje había llegado, así que se puso a cuatro patas con el culo en pompa para recibir la enorme polla del negro.