La hermanastra le come la polla por debajo de la mesa
Ganarle la apuesta a la hermanastra fue lo mejor que le pasó en la vida a este chaval. El perdedor debería ser esclavo del ganador durante una semana, y la humilló de la forma más cruel. Ella pensaba que le haría cocinar, fregar y planchar durante siete días. Nada de eso. El hermanastro tenía muy claro lo que quería, y la primera orden fue que, dentro de la casa, mientras estuvieran a solas no llevara nada de ropa puesta. ¡La hermanastra tenía que pasearse desnuda enseñándole el coño, las tetas y el culo todo el tiempo! Pero eso no era todo. Cada mañana, mientras él desayunaba, ella tendría que entrar gateando en la cocina y ponerse a mamarle la polla debajo de la mesa a cuatro patas. ¡Nunca nadie le chupó la polla tanto como la hermanastra durante esa semana!