Jugué a las cartas por la ropa y acabé desnuda y mamando polla
¡Qué vergüenza que sentí al quedarme desnuda delante de mi amigo! Todavía me estoy preguntando cómo fue que me atreví a apostar la ropa en un juego de cartas. Lo cierto es que el cabrón acabó poniéndome totalmente en pelotas. Primero la camiseta, después el pantalón, más tarde el sujetador y, por último, las bragas. ¡Pero eso no fue lo peor! Al final, me propuso apostar a todo o nada. Si yo ganaba, podría ponerme una prenda y, si perdía, tenía que hacerle una mamada. Obviamente, no era mi noche de suerte y acabé chupándole la polla, de rodillas, hasta sacarle la última gota de lefa.