Dormí a mi hijastro para jugar con su polla
Hacía mucho tiempo que tenía ganas de jugar con la polla de mi hijastro. Concretamente desde el día en que lo pillé masturbándose y vi que tenía un rabo inmenso. Lo que no quería era seducirlo, follármelo y después tener que verle la cara todos los días y que ambos recordáramos lo que había pasado. Entonces, se me ocurrió ponerle un somnífero en el vaso para que se durmiera plácidamente. Cuando se durmió, le bajé el pantalón y el calzón y me puse a mamarle la polla. ¡Qué rica se sentía esa verga enorme dentro de mi boca! Después me senté encima y me puse a cabalgar. Me excité tanto que tardé unos pocos minutos en correrme. Cuando despertó, no entendía por qué tenía el rabo duro, lleno de leche y a la vista. ¡Qué hermoso fue follármelo sin que se enterara!