Duermo a mi secretaria y la pongo a mamarme la polla
La gafuda morena de mi nueva secretaria me puso al cien desde el primer momento en que la vi. Para ser sincero, no la contrate por sus condiciones sino por sus tremendos melones. Desde el principio intenté seducirla, pero conquistarla fue una tarea imposible. Sin embargo, no pensaba quedarme con las ganas de acariciar sus hermosas tetas, así que un día la drogué poniéndole un somnífero en el té y, cuando se durmió sobre mi falda, empecé a tocarle las tetas y le metí la polla en la boca por la fuerza para que me hiciera una mamada sin enterarse de nada.