El masajista quedó enamorado de las tetas enormes de la morena
Apenas el masajista le quitó la toalla a la morena tetona dejando sus enormes tetas embadurnadas en aceite a la vista, la polla se le puso dura como una piedra. Al chaval le encantan las mujeres de grandes melones, y las domingas de esta guarra eran perfectas. Al principio, haciéndose el distraído, empezó a tocárselas. Ella no pudo disimular su excitación, y el masajista se dio cuenta enseguida de que la había puesto cachonda. Era obvio que acabaría follándosela y él lo sabía. Lo que no sabía era que la guarra lo sorprendería masturbándolo con los pies y haciéndole una increíble paja cubana.