El tatuador me tatuó el coño y le pagué con sexo
El tatuador no era mi amigo, pero de tantos tatuajes que me había hecho se podría decir que teníamos cierto grado de amistad. Además él me gustaba mucho, y me sería muy difícil tener un amigo al que me moría de ganas de follarme. Lo malo es que él no entendía mis indirectas o se hacía el tonto, hasta que un día se me ocurrió una buena manera de hacer que me follara. Le pedí que me tatuara el coño, así que necesariamente tuve que ir a su casa. ¡No iba a andar enseñando el chocho allí frente a todos en su negocio! En su casa, a solas, se excitó tanto al verme desnuda en primer plano que comenzó a hacerme un cunnilingus. Entonces, le ofrecí pagarle el tatuaje con una follada y… ¡vean nada más lo rápido que aceptó!