Esto pasó cuando le enseñé la polla a la pelirroja
Esto de ser un exhibicionista mola y mucho. La adrenalina que siento al exhibirme en sitios públicos me provoca un morbo y una excitación sin igual. Me caliento tanto enseñándole la polla a las mujeres que muchas veces me corro masturbándome en el coche, a pesar de que no tenga donde correrme y acabe ensuciándome las ropas. Claro que siempre está el riesgo de que alguna se cabree y llame a la policía, pero la mayoría de las zorras reaccionan como esta pelirroja que, en la parada del autobús, se pasó como diez minutos mirándome el rabo sin perderse detalle.