La masajista madura se enamoró de mi polla dura
La masajista madura estaba terminando de darme los masajes cuando, como acostumbra a hacer con todos sus pacientes, cogió mi polla y empezó a masturbarme. Yo, aunque no me sorprendí, reaccioné excitándome demasiado, por lo que el rabo se me puso rápidamente como una piedra. La masajista no podía creer que se me hubiese puesto de semejante tamaño. Mi polla estaba más dura que nunca y la zorra se puso a mamármela. ¡Cómo la disfrutaba! Evidentemente no lo estaba haciendo por dinero sino por placer, ya que sin que yo le pidiera nada se me sentó encima, se la metió en el coño y se puso a cabalgarla hasta correrse.