La rubia madura se tuvo que dejar follar por el jefe de la mafia
La rubia madura no sabía en lo que se estaba metiendo cuando aceptó el trabajo. Su nuevo jefe era muy misterioso, y no le dejaba siquiera saber a qué se dedicaba. Ese día, la mandó a llevar una maleta llena de dinero a la casa de un poderoso jefe de la mafia que, después de contar los billetes, le exigió que se arrodillara y se pusiera a comerle la polla. El hombre quería sexo, y era habitual que con cada pago le enviaran a alguna guarrilla para que lo satisficiera sexualmente. Esta vez no era una jovencita con un cuerpazo, pero la madura tenía un par de tetas enormes y un culo bastante interesante que el mafioso decidió aprovechar para sacarse la leche.