La tarde en la que puse a mi madrastra a cuatro patas
Yo sabía que acostándome detrás de mi madrastra en el sillón acabaría follándomela. Hacía varias semanas que nos coqueteábamos uno al otro. Era evidente que ante la primera oportunidad nos echaríamos un buen polvo. Esa tarde, mi padre había ido a jugar fútbol con los amigos. Cuando llegué a casa y la encontré en el sillón mirando televisión, me senté a su lado y enseguida me acosté detrás suyo, tomándola por la cintura. Mis manos bajaron lentamente hasta su coño y empecé a masturbarla. Al ver que su excitación crecía al mismo ritmo que la mía, le quité las bragas, la puse a cuatro patas y me la follé bien duro hasta correrme sobre sus nalgas.