Mi compañera de la universidad vino a provocarme desnuda y le hice mamarme la polla
A veces las mujeres creen que los hombres somos tontos y no nos damos cuenta de que se mueren de ganas de que les echemos un buen polvo. El caso de mi compañera de la universidad pelirroja es uno de esos, ya que cuando se enteró de que yo era masajista, enseguida se apuntó para que le diera una sesión de masajes. La mayoría de las tías, cuando les ordeno que se desnuden, se dejan puesta la ropa interior por vergüenza y pudor. Esta zorra, en cambio, se desnudó por completo, lo que me dio la pauta de que estaba buscando algo más que masaje relajante. Lo comprobé cuando le quité la toalla y empecé a tocarle el culo. Como no se inmutó, le metí los dedos en el coño y, después de provocarle un rico orgasmo, la puse a mamarme la polla para correrme yo también.