Mi esposa es la puta del jefe en la oficina
Lamentablemente, soy un cornudo. Debo reconocerlo y aceptarlo por más que no me guste. Lo peor de todo es que mi mujer es la puta del jefe, quien a su vez es el mío. Todos en la oficina sospechan de que se la folla y se burlan de mí, y yo que sé la verdad tengo que hacerme el tonto. La realidad es que gracias a que la puta de mi mujer se deja follar por él, podemos pagar el alquiler todos los meses. El precio es que ella siempre esté disponible para mamarle la polla y con el coño limpio por si él quiere comérselo. Siempre lista para ser follada por el cabrón de nuestro jefe.