Ocho pollas para una esposa negrita insaciable

Que ocho chavales estuvieran justo en ese momento en la puerta de la casa de la negrita fue una bendición. Al cornudo del marido se le ocurrió preguntarle si le excitaba la idea de mamarles las pollas a todos, y la guarra le respondió que sí. Entonces, el viejo salió a la calle, les propuso entrar para hacerse comer los rabos por la negra y ninguno dudó a la hora de aceptar. En el salón se quitaron la ropa y entraron al cuarto completamente desnudos, con las pollas duras como piedras. ¡Menudo festival de leche le dieron a la negrita, que se chupó todas las pollas y se tragó varias corridas!